crónica y fotos excursión sábado 13 de marzo
EN BICI: DE PUENTE A PUENTE. QUE NO SE TE LLEVE LA CORRIENTE
(...) Alguien comenta que hizo falta poner tres candados con tres llaves diferentes para intentar que el dinero destinado a la obra del Canal Imperial no se perdiera en manos privadas. Ahora parecido y no hay candados.
El canal se acaba, la llegada al mar quedó ahí en una acequia escalonada que pierde altura para acabar en barranco.
Atravesar la carretera una aventura, no sabes muy bien como pero esto es el Anillo Verde. La Cartuja, merecería una visita, para otro día queda. Luego la pasarela, creo que lleva algún bicentenario en su nombre. Dos fotos. La revista gubernamental ambiental de Aragón le ha publicado tantas…. Giro a la derecha y hasta el asfalto al lado del una instalación deportiva. Legamos a La Alfranca. Primero el vivero de Ansar. Juan Pablo explica lo de las estaquillas y la siembra de sabinas. Aprendo. Son las once de la mañana, un cortado en la cafetería, solo nos acompaña gente de uniforme. Subimos a otear el horizonte a esa especie de torreta medieval con ascensor rompedor de barreras arquitectónicas. Justo abajo se ven unas fosas destinadas a enclavar unos pilones de piedras salinas, de Remolinos, que se negaban a estarse quietas ahí de punta cual menhires prehistóricos. Unas rebeldes. Ahora el cemento les va a enseñar lo que es bueno. El juego de la oca-Boné, el laberinto-Boné, Sodemasa-Boné necesitan que nadie les quebrante. No jugamos.
Miro hacia el soto, un recuerdo a José Manuel, algo te debe este lugar y nosotros mismos, amigo “Pajarero”.
Bajamos y retrocedemos hasta llegar de nuevo a la fotográfica pasarela, no la usamos, seguimos por esta orilla. Restos de la riada. Nuestras miserias colgando sobre la vegetación de las orillas. Vaquillas, Roberto dice que se parece a la Camarga, le creo.
Pequeños huertos adosados a edificios que se presume faltos de legalidad urbana. Al otro lado del camino el Ebro, entre medio un tubo enrejado vierte líquido oloroso y oscuro. Hay que separarse del río. Plátanos de sombra requemados en sus pies por tanto ribazo maltratado de fuego nos hacen de pasillo. Una finca, te paras y te saluda un inmenso perro. Al poco su dueño, no necesitamos nada, solo decidir cual de los dos caminos seguir, nos dice que es el de la derecha.
Pasas por un talud Z-40 perforado. Al otro lado una cartel de propiedad privada, que digo que te prohíbo el paso dice. Mientras nos separamos del río, unos comentarios literarios de novelas que gustan. Al fin el río, no, es la mota la que lo tapa y compruebas que está hecha de escorias de una fundición, Rico Echeverria dicen, de chimeneas antes humeantes de la Avenida Cataluña. Unas moles que parecen de piedra pero con el alma de hierro, otra vez la prehistoria de finales del XX aquí mismo, un Stonehenge, con perdón, de residuo industrial en terreno público. Luego hay más, vaya si pesan. Alguien lo hizo, alguien le dejo, ahí siguen.
El Gállego, maltratado por inquinosas, papeleras, y sales de regadío de la Via Lata Violada. Hoy con bastante agua, una acequia que vierte su caudal sobrante robado más arriba. Ha llovido, no hay que regar. Abuelos, de uno en uno, tomando el sol en los bancos nuevos de este parque con futuro. La pasarela, de madera. Faroleo de farolas alternativas, de energía digo. Atraviesas y un jardín de romeros y tomillos. Los árboles de al lado del cauce se riegan por goteo. Una hípica rodeada de chavolas, el deporte y la marginalidad son vecinos. Esqueletos de vehículos a la derecha te separan de la propiedad privada. Al fondo una alucinación: estructuras metálicas puntiagudas fruto del arte. Al lado una cacharrería, una chatarrería quiero decir, la foto es conmovedora. Te acercas al río, a los ríos, el Ebro y el Gállego a la vez, el camino es de madera y te acoge un mirador.
Ebro arriba un puente detrás de otro, que poco acogedores son los bajos de los puentes, . Lo dejo estar, el azud me espera pero casi no lo miro, escapo la vista en la pasarela. Llegamos al muelle del puerto-Belloch. Dos dragadoras son sus únicas usuarias en espera de misión redentora de barcos en estiaje. Parecen no tener ganas y desear seguir oxidándose sin salir de allí pero ya veras como pasa lo mismo. Los catamaranes hivernan en algún almacén seco. Opiniones, la Expo, las riberas…
Ahora un inmenso aguijón apuntando al infinito norte. Dicen que el más grande de no se que parte del mundo. Un reloj de sol inacabado. La sombra se proyecta sobre un pasillo. Las doce de sol más o menos. Una botella plástica escultórica aplastada y continuas. Cada vez más gente paseando, más mediodía.
El río se ha tomado parte de lo suyo en el Puente de Piedra, pero aun así se puede pasar por debajo de la arcada, es la primera vez que lo hago, curioso, este me ha gustado. Otro puente, el del apóstol. Esta vez varios coches han encontrado aparcamiento inapropiado a su sombra. Más vale que no lo convierta en costumbre. Este uso de puente tampoco me gusta.
El club deportivo accede a dejar un trozo de todos para que pasemos. Pintores de paredes pensando como alegrar esos muros-galería. Puente de La Almozara, sorpresa agradable para los que aún no conocían su merecido paso central.
Al otro lado fin de recorrido. Despedidas, lo hemos pasado bien. Hemos estado a la vez pero cada uno es libre de mirar, de ver, de pensar lo que quiera. Así debe ser. Merecía la pena levantarse pronto hoy sábado. Zaragoza. 30 millas más o menos. Gracias compañeros de Ansar_Montaña.
José Angel
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